Aprovechando que estábamos como a ocho kilómetros no podíamos dejar de volver a visitar Isla.
Primero subimos al pueblo y encontramos un rincón sorprendente.
Lo primero, la librería, original como ella sola y luego los pimientos que vendían en la mima puerta, para quitarte el sentido
Luego ya bajamos a la zona de playas y callejeamos
Hemos disfrutado mucho de la tranquilidad, de los ratos para leer mientras el peque se iba a jugar con su pandilla de camping, playa, piscina, coger cangrejos, jugar a las palas...bueno, leído así no parece muy tranquilo, pero la verdad es que sí lo ha sido.
Porque no dependíamos del horario para nada, comíamos cuando teníamos hambre y nos íbamos a dormir cuando teníamos sueño, no se puede pedir más
Uno de los días decidimos ir hacia el interior con la intención de ver la cascada de Asón,
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Esta vez calculamos mal el tiempo y no pudimos llegar a verla, pero volveremos, nos quedamos a media hora
Y también volveremos al restaurante Coventosa, un sitio para comer estupendamente y donde puedes disfrutar de un paisaje muy bonito mientras tanto
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